"Alaridos de esclavos gritando de dolor, pasos que hacen crujir la madera del suelo y risas de niños jugando en la oscuridad. Durante los más de 50 años que la plantación Lebeau lleva abandonada, cientos de curiosos se han colado en busca de fantasmas en esta vieja mansión semiderruida situada a las afueras de la pequeña localidad de Arabi, situada a las afueras de la mágica Nueva Orleans (Luisiana).
Muchos aseguran haber visto la lánguida figura de una mujer vestida de blanco asomada a una de las ventanas del segundo piso, mientras que otros afirman que les sorprendió una luz en la cúpula que corona un edificio que lleva sin electricidad desde los años 80.
Estas y otras aterradores leyendas en torno a una de las plantaciones esclavistas más grandes y violentas que jamás existieron en el sur de estados unidos, era lo que esperaban encontrarse siete jóvenes que se colaron en la mansión el pasado viernes.
Los aspirantes a ‘cazafantasmas’, de entre 17 y 31 años, habían crecido con las historias de cómo la familia Lebeau torturaba hasta la muerte a sus sirvientes y los enterraba en el patio trasero de la mansión. También sabían que todos los miembros de la saga esclavista se habían suicidado, en alguna de las 16 habitaciones de la casa y esperaban contactar con el espíritu de alguno de ellos.
Entraron en la propiedad por uno de los agujeros que múltiples visitantes nocturnos habían cortado en la valla perimetral. Se acomodaron en el salón y, con la inestimable ayuda de varios gramos de marihuana, hicieron una ouija. Nada sucedió. Ni apariciones, ni ruidos, ni el más mínimo suceso sobrenatural.
El fracaso cabreó al mayor de los ‘cazafantasmas, dusten davenport, de 31 años, que decidió que hacer un pequeño fuego en el interior de la casa para calentarse era una buena idea. Las llamas no tardaron en descontrolarse y, a las 2.11 de la madrugada, la oficina del sheriff recibía una llamada anónima avisando del incendio (...)"
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