"Vincent Petit supuso que sería ideal terminar su jornada cabalgando sobre la playa junto a la bahía azul. En cambio, de pronto la tierra pareció tragárselos a él y al caballo como si hubiesen caído en arenas movedizas.
Jinete y equipo fueron succionados por un pozo de fango negro. El caballo murió casi instantáneamente y Vincent cayó inconsciente. El episodio puso de manifiesto un secreto indiscreto que empaña las costas de Bretaña y que pronto reverberó en toda Francia: las algas en descomposición están convirtiendo en trampas mortales algunas de sus mejores playas.
Durante décadas hubo indicios de que algo andaba mal: el cadáver de un hombre que se encontró hace dos décadas en la playa en Saint-Michel-en-Greve, donde murió el caballo, con el brazo que sobresalía de una pila de algas; un limpiador de algas que cayó en un coma de cuatro días hace una década; dos perros que murieron el año pasado sobre una pila de algas secas en una costa a 100 kilómetros (60 millas) al este.
Y después está el hedor, alimentado por los gases tóxicos emitidos por las algas en la bahía, que se adhieren a los zapatos (...)"
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