"El pánico se apoderó de Serbia Occidental. La población deja las verdulerías sin ajo. El problema es que un molino abandonado junto a un arroyo en el pequeño pueblo de Zarožje, no lejos de la localidad de Bajina Bašta, se desplomó inesperadamente.
El molino perteneció en su tiempo al vampiro llamado Sava Savanovic, bien conocido en esos lugares, cuyas víctimas eran precisamente aquellos que querían moler su grano. Se consideraba que Savanovic seguía habitando allí, pero, ahora, cuando se destruyó su refugio, por la comarca cundieron rumores de que el vampiro de nuevo salió de caza.
El alcalde local Miodrag Vuetic reconoció que la gente está asustada, todos conoce la leyenda de este vampiro. La idea de que ahora se ha quedado sin cobijo y busca un nuevo refugio y nuevas víctimas tiene aterrada a la gente. Todos tenemos miedo”. Es fácil reírse si no se vive aquí, pero ninguno de los vecinos de la zona duda de la existencia de los vampiros. El alcalde confirmó asimismo que el consejo local aconsejó a todos colgar ajo en las puertas, cuyo olor es insoportable para los vampiros y cuidar de que en cada habitación haya un crucifijo.
Puede decirse que la existencia de vampiros en Serbia Occidental es un hecho confirmado documentalmente. Gracias al pedantismo de los funcionarios austro-húngaros, las fechorías de los vampiros fueron documentadas (...)"
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