"Quizás si cada vez que se tuviera que encender la luz, hubiera que sangrar, el ahorro de energía sería mayor. Sin duda, ésta sería una medida eficaz para la concienciación. Esto es, precisamente, lo que pensó Mike Thompson, el inventor de las denominadas lámparas "vampiro". Este diseñador inglés ha sido el encargado de construir los primeros reflectores que funcionan con sangre humana.
El invento, recogido en la revista New Scientist, contiene luminol, un producto químico empleado por los forenses para comprobar si hay rastros de sangre en la escena del crimen.
Este componente químico reacciona con el hierro presente en los glóbulos rojos sanguíneos y crea un resplandor azul brillante tan luminoso que es capaz de iluminar espacios abiertos.
Para encender la lámpara, primero es necesario mezclar este 'polvo activador'. Después, hay que romper el cristal de la lámpara, cortarse a uno mismo, y derramar sangre en la parte superior del aparato (...)"
Ver aquí.
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