"El descubrimiento de una nueva especie puede suponer para un científico el momento más importante de su carrera, pero algunos creen que también expone a animales raros y vulnerables al peligro de ser comerciados como mascotas salvajes, con resultados catastróficos.
Es un dilema científico que ha llevado a algunos ambientalistas a cuestionar si no sería mejor ocultarle al mundo el descubrimiento.
En 1999, el herpetólogo Bryan Stuart estaba trabajando en el norte de Laos cuando encontró por casualidad una llamativa salamandra que nunca había visto antes.
La criatura tenía una apariencia prehistórica con una piel verrugosa y puntos amarillos y brillantes por toda su espalda.
La detectó en una botella de alcohol que un colega de Laos había traído de una boda en un lugar remoto del país. El veneno de la piel de la salamandra había sido usado para fabricar una bebida con propiedades medicinales especiales para brindar por los recién casados (...)"
Ver en BBC.
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