"En marzo de 2010, un extraño fósil salió por primera vez a la luz pública. Encontrado dos años antes en la remota cueva siberiana de Denisova, en los montes Altai, se trataba de un fragmento del dedo meñique de una niña (o de un niño) de unos siete años de edad que habitó en esa región hace más de 50.000 años. En el mismo lugar se encontraron también varios artefactos y herramientas y, algo más tarde, dos piezas dentales.
Los restos eran demasiado escasos como para determinar, por su morfología, la especie humana a la que pertenecían. Así que terminaron en Leizpig (Alemania), en manos de Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y uno de los mayores expertos mundiales en ADN fósil.
Pääbo, el investigador que logró secuenciar el genoma del hombre de Neandertal, consiguió extraer del hueso del dedo varias muestras de ADN mitocondrial, un material genético que no se encuentra en el núcleo de las células, sino repartido en diversos orgánulos (mitocondrias) del citoplasma celular y que sólo se transmite de madres a hijas. Por eso bautizó el fósil como "Mujer X" (...)"
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