"Está presente simbólicamente en todas las culturas la creencia de que la Luna afecta a nuestro comportamiento, altera nuestros estados de ánimo… la sensación de que estamos completamente a su merced es un sentimiento que viene de atrás y está fuertemente arraigado en el imaginario colectivo. «Eres un lunático», una frase poco amistosa con la que, según la RAE, nos referimos a alguien «que padece locura, no continua, sino por intervalos», intervalos que nos recuerdan a las fases lunares.
La palabra «luna» viene del latín y su raíz, «leuk», es de origen indoeuropeo y está presente por ejemplo en el griego: «leukós» (blanco brillante). Siempre ha sido un foco en la noche, en ocasiones el único, y prácticamente todas las culturas que en la actualidad el hombre es capaz de recordar han decidido otorgarle la categoría de deidad con la consiguiente responsabilidad sobre el ser humano, los animales y la indomable naturaleza del planeta Tierra.
La Luna, cuyos ciclos duran 28 días al igual que el periodo menstrual de las mujeres, ha estado siempre vinculada con el sexo femenino y multitud de culturas la adoraban durante los cultos a la fertilidad en la antigüedad. Se cree que esos 28 días de transformación han sido claves para dicha vinculación y, además, se le asigna un componente oscuro o antagonista al sol (...)"
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