"Que te desvalijen la casa no es plato de buen gusto pero que el ladrón además se cague en el parquet del salón añade un extra de recochineo. De esta extraña costumbre he sido conocedor a través de dos libros bien distintos que estoy leyendo al alimón: “La mayor necesidad. Un paseo por las cloacas del mundo“, de Rose George y “La creación de lo sagrado. La huella de la biología en las religiones antiguas“, de Walter Burket.
Al parecer, el ritual de defecar en las casas asaltadas está documentado en la literatura alemana desde el siglo XVII, según comprobó el reputado profesor de historia medieval Albert B. Friedman en su prolijo estudio “Los rituales escatológicos de los ladrones de casas” (1968). El académico inició su investigación a raíz de un robo sucedido en Los Ángeles que el ladrón, fiel garante de la tradición, dejó su “tarjeta de visita” en una fuente de porcelana, para pasmo de la afligida dueña (...)"
Ver en Strambotic.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario