"Hay congestiones que no las quita ni el Rhinospray. Es el caso de la británica Chantel Faill, de 31 años, que llevaba 12 de esos años sufriendo constantes dolores de cabeza, infecciones y síntomas parecidos a la gripe sin saber por qué.
Hasta que un día estornudó con mucha violencia y, cuál fue su sorpresa, lanzó por el orificio nasal la punta de un taco de billar que llevaba allí alojada desde un buen día de invierno de 1999.
La ahora madre de tres hijos estaba entonces jugando al billar con un amigo cuando este, celebrando una bola buena, quiso darle un “abrazo de oso” de esos que te levantan en volandas; pero con tan mala suerte que al elevarla un poco y dejarla caer no calculó bien y le introdujo su palo de billar por la boca, que acabó traspasándole la parte derecha del paladar hasta llegar al hueso de la mejilla.
Chantel fue llevada al hospital, pero nadie se dio cuenta que al sacar el palo en el bar, la punta del taco del billar se había quedado dentro.
Allí los médicos le dieron solamente alivios para el dolor. Si le hubieran hecho unos simples rayos X, habrían mostrado que la punta del palo había atravesado un hueso de la mejilla, abriéndose camino antes de mudarse definitivamente en una fosa nasal (...)"
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