"Tres hombres en Sudáfrica asaltaron hace poco a Jack Maseko. Querían su celular y sus rastas, que pacientemente cuidó durante tres años.
"Tenían un cuchillo y cortaron mi pelo con tijeras. Todavía me duele cuando pienso en esa noche", le dice a la BBC este zimbabuense de 28 años.
"Solía ver a gente vendiendo rastas en la calle y no sabía de dónde venían", agrega. Todavía no da crédito sobre lo que le ocurrió una noche en Johannesburgo mientras volvía a casa.
Las rastas requieren de varios años para crecer, pero mucha gente no quiere esperar. Y es esta necesidad por tener el pelo largo de forma instantánea que impulsa la demanda en el mercado negro.
Los ladrones son rápidos y a veces despiadados. Usan cualquier cosa, desde un cuchillo hasta un pedazo de vidrio roto para robar el preciado cabello. La maniobra se conoce en la jerga callejera como "cortar y correr".
Las bandas operan en Johannesburgo, la ciudad más grande del país, pero la práctica se ha extendido a la ciudad costera de Durban.
Las rastas que llegan hasta los hombros se venden por entre 200 y 700 rand (entre US$22 y US$76), mientras que las más largas pueden costar hasta 2.000 rand (US$220).
Entonces, ¿qué pasa con el pelo robado?
Los estilistas utilizan un método conocido aquí como ganchillo. Usan una fina aguja para poder convertir un pelo alisado en trenzas al tejerle cabello humano adicional. Un proceso que resulta en rastas instantáneas.
Debido a que es una técnica relativamente nueva, los peluqueros todavía no han acumulado reservas, la competencia es intensa y el que tenga las rastas domina el mercado (...)"
Ver en BBC.
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