"El Barón von Holz tuvo un destino difícil. Durante la Guerra de los Treinta Años, combatió como mercenario en el Ejército sueco, pero no se le concedió una muerte de héroe en el campo de batalla. Fue fulminado, en forma menos heroica, a los 35 años por la gripe o por envenenamiento de la sangre. Y fue sólo en la muerte que su situación mejoró. Su familia vistió sus restos con valiosas botas de cuero de ternero. El guerrero fue colocado en una especie de cripta lujosa bajo el castillo de Sommersdorf, en Bavaria. En esas bóvedas, el cadáver fue privilegiado con un honor reservado previamente sobre todo a los faraones egipcios: su cuerpo no se descompondría.
Más de 370 años después,el noble todavía yace bien preservado. Von Holz era un gigante de 1,80 metro en una época en que la mayoría de los seres humanos eran mucho más bajos. Sus pies siguen calzados en esas finas botas de cuero que su clan hizo para él hace casi cuatro siglos. El cadáver abandonó hace poco su sepultura, por primera vez, para que los arqueólogos del museo de Reiss Engelhorn pudieran examinar de cerca a la momia (...)"
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