"Es una pena que la mayoría de los usuarios no lea nunca el manual de sus ordenadores portátiles. Si lo hicieran, encontrarían que prácticamente todos los fabricantes, por consejo de sus abogados, recomiendan encarecidamente no utilizar el ordenador sobre las rodillas, porque se pueden calentar el exceso. En realidad la cosa es mucho más grave. Han tenido que ser los investigadores suizos Andreas Arnold and Peter Itin quienes emitan un rotundo “eso no se hace”.
Se conoce como “síndrome de la piel tostada”. Es una enfermedad que antes atacaba sobre todo a las abuelitas que se quedaban dormidas con los pies cerca del brasero, o a los señores feudales que se adormecían siempre dando el mismo lado a la chimenea. Ahora le ocurre a los trabajadores nómadas que pasan demasiadas horas con el ordenador encendido sobre las rodillas. Los síntomas consisten en coloraciones extrañas de la piel, que lo mismo se torna pálida y con rayas parecidas a las de un viejo pergamino que presenta zonas más oscuras que el resto.
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