"La llamó Boo, la compró en 1982 en una tienda de antigüedades. Nunca ha sido lavada, y está, obviamente, sucia, aunque ella jura que no es “apestosa”.
Los amigos de Tamara, la familia y su novio están todos preocupados por su apego a su almohada, que dicen que está arruinando sus relaciones con ellos.
Tamara lleva la almohada a todas partes, al gimnasio, a dar largos paseos, la peluquería, y hasta lo pone en el asiento del bebé de su cesta de compras en el supermercado.
Su “adicción” a la almohada se profundizó cuando ella fue abusada sexualmente a la edad de 7 años, y en vez de ir a terapia para hacer frente a esas heridas, ha encontrado consuelo en Boo."
Ver en Solitario George.
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