"Todos alguna vez hemos bromeado con eso de que el peluquín de un calvo con el que nos hemos cruzado parecía una rata. Muchos incluso se habrían imaginado la hasta cierto punto tierna escena de un amable señor sin pelo amaestrando pacientemente una cobaya (o conejillo de indias o cuy) para que el animal estuviese quieto sobre su cabeza.
Sin embargo, la realidad es mucho más cruel. Como en el caso de Charles Woodson, de 40 años y residente en Virgina (EE.UU.).
Este energúmeno habría comprado una preciosa cobaya de pelaje negro y dorado en una pajarería de su barrio para luego sacrificarla y ponérsela en su cabeza a modo de postizo.
Al parecer el trabajo no fue demasiado bueno. Varios testigos pudieron apreciar la forma de un animal en el peluquín de Woodson (algunos comentan que incluso se notaba la forma de la cabeza y de una pierna del animal). Algunos llegaron a sacar fotos del “hombre que no amaba a las cobayas” y las mostraron a la policía, que llevó a cabo una investigación que acabó con un registro en la casa del calvo y la incautación del peluquín que antes había sido un simpático animal de compañía (...)"
Ver aquí.
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