"En Bangladesh, la fabricación de ladrillos para la construcción es poco menos que una religión. Miles de familias viven de la compactación, cocido y transporte sobre sus cabezas de unos ladrillos rojos “de campo” que tienen una gran demanda en todo el sureste asiático, ya que ese color intenso es visto como prueba de que los ladrillos se han cocido correctamente.
Tan importante es ese toque bermellón que un albañil de Bangladesh, afirmó la policía ayer, fue decapitado por los trabajadores de una fábrica, que posteriormente quemaron su cabeza en el horno de cocido en la creencia de que esto enrojecería más sus ladrillos. Cuatro sospechosos fueron detenidos por el asesinato del albañil de 26 años de edad en un remoto pueblo en el norte del país.
Al parecer, los propietarios de la fabrica no estaban lo suficientemente contentos con el rojo que adquirían su ladrillos al salir del horno, a pesar que el operario suministraba la suficiente calefacción. Un adivino sugirió que el ladrillo de esa fábrica necesitaba un sacrificio humano (...)"
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