(…) Soy un operador financiero, a mí no me preocupa la crisis. Si veo una oportunidad para ganar dinero, voy a por ella. Nosotros, los brokers, no nos preocupamos de cómo arreglar la economía o de cómo arreglar esta situación. Nuestro trabajo es ganar dinero con esto. Personalmente, he estado soñando con este momento desde hace tres años. Tengo que confesarlo, yo me voy a la cama cada noche soñando con una recesión, soñando con un momento como éste (…) Si sabes lo que hay que hacer, puedes ganar un montón de dinero (…) Este no es el momento de confiar en que los gobiernos van a arreglar las cosas. Ellos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo (…) Yo solo digo que se preparen: en menos de 12 meses, los ahorros de millones de personas se desvanecerán (…)
Son las declaraciones de Alessio Rastani, un «supuesto» trader de la bolsa londinense que ayer encendió la indignación de la audiencia de la BBC y a continuación de todo el mundo con unas declaraciones «salvajemente honestas».
En el vídeo, que recibió cientos de miles de visitas en unas pocas horas, describía una especie de colpaso econónico mundial inminente: al estilo de Mad Max II, pero sin coches de carreras. Pero, según él, en el fin de los tiempos de la economía tal y como la conocemos, todo estaba «justificado»: las empresas, los bancos y los fondos de inversión no tienen más interés que sacar beneficios, y les da igual que países enteros y sus gentes, divisas como el euro o economías completas desaparezcan del mapa mientras ellos se forran.
Ahora viene la parte divertida: las declaraciones de este tiburón de las finanzas, buitre carroñero o terrorista financiero sonaban «demasiado honestas» como para ser verdad, digamos que un poco sobreactuadas.
Y al final es que resultó que nada era real: Se la coló a la BBC por partida doble, se la coló a Huffington Post y se la coló a innumerables medios españoles. Hasta a la ministra de economía Elena Salgado que calificó al personaje de loco e inmoral. El problema, como siempre, no consultar las fuentes, no hablar con él en persona y averiguar antes de analizar sus declaraciones si el personaje al menos era quien decía ser. La BBC, por ejemplo, no lo cuestionó hasta el día siguiente, cuando ya se había montado todo el revuelo (...)"
Ver en Microsiervos.
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